Caminata sensorial



Superaron mis espectativas tanto la experiencia de la caminata como la charla previa.
Fue otra mirada la que escuchamos ese día, venimos leyendo mucho sobre los sentidos, y sin embargo fue todo nuevo.
Nos avisaron que podíamos sentir angustia durante el recorrido, no me pasó.  Me daban nervios pero quería hacerla.
Una hora me sonó a muchísimo tiempo, y en realidad no es nada, y pasó rápido.
Se sintió como estar en otro lugar... yo sabía dónde estaba  (más o menos) porque ya conozco la facultad, pero igual lo mismo podía ser cualquier otro lugar, porque hicimos unos metros y me perdí. No sabía si habíamos doblado o no, si el edificio de FADU estaba a mi derecha o a mi izquierda. La noción de ubicación con respecto a las cosas me abandonó casi en seguida. Perdí hasta la capacidad de saber si estaba caminando derecho.
Me agarré fuerte de los hombros de Clau (por suerte conocía quién estaba adelante) y la seguí (y la pise un montón) eso era todo lo que podía hacer: Seguir a alguien, chau autonomía, chau decidir.
Todo el tiempo pensas que te vas a tropezar o a chocar, tratas de caminar despacio, de hacer pasos cortos, de extender las manos, pero igual... El miedo ese no se va.
Te apoyas más en el oído entonces, en buscar voces conocidas, prestas atención al piso, a ver si adivinas en que parte estás, pero la verdad es que nunca antes había prestado tanta atención, así que no me acuerdo dónde cambia el piso, tampoco me logro dar cuenta qué escalera estamos usando. Y me agarro de la baranda que no había usado nunca hasta ahora. Menos mal que está
Hay un momento más de desorientación, cuando entramos a la facu, hay mucho ruido, hay música, escucho todo pero es todo ruido, así que no entiendo nada. Ya no me puedo guiar del oído, tengo que esperar que la fila avance o que alguien me agarré la mano.
No logré aislarme del sonido totalmente, porque escuchaba a través del pañuelo y los auriculares igual... Pero ese momento de tanto ruido fue lo más parecido a estar aislada que tuve.
Subimos las escaleras... no conté cuántos escalones como para pensar en qué piso estábamos, toda mi concentración estaba en subir, no soltar el pasamanos y no soltar el hombro de mi compañera. Ni siquiera me cansé como me pasa siempre que subo al 3 er piso.
Si me choqué el dedo del pie con los escalones. Todo es más difícil. Todo transcurre más lento, y depende de la iniciativa de otro. Vos esperas...estás ahí esperando que algo suceda.
No hubiese aguantado la hora entera sin escuchar. Y caminar de a 2 y tener a alguien cerca todo el tiempo ayuda mucho con la ansiedad de la situación. Saber que el otro está ahí tranquiliza.
Una vez que encontrás que caminar con la pared te da una referencia de algo no la querés soltar.
Era inevitable que como recuerdo cómo se ve un pasillo o en aula en FADU trataba de hacerme una especie de mapa mental del lugar, de adivinar donde estábamos, y de hacia donde estaban las cosas.
Cuando se prendió la luz me di cuenta que no estaba ni cerca de donde pensaba en el aula (ni yo, ni mi mochila).
A pesar de que era un lugar conocido, todos nos desorientamos.


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